
La implicación directa, personal en cualquier cosa conlleva un desgaste, sea para bien o para mal. Un desgaste que se acrecenta conforme la implicación lo hace a su vez. En mi caso, el fúbol, es algo paralelo al día al día. Está ahí, permanece, me acompaña. No es algo que elijas, ni decidas cuando está y cuando desparece. Incluso, en unos años, si todo sucede según lo previsto, será parte de mi trabajo.
El futbol es difícil, desde el comienzo de la carrera hasta el final. Las historias varían, hay de todo. La suerte, el estar en el momento adecuado y la calidad son claves, en unos casos predomina una, en otros lo hacen las otras. Empieza en la más tierna infancia e incrédulo te soprendes del avance con los años. Cuando deja de ser diversión, ya no es sólo el juego en el patio del colegio.
No son buenos momentos, aunque podrían serlos peores, pero también existieron épocas mejores. Pero hay cosas que no cambian, quien eres está ahí, y eso no lo cambia nada ni nadie. La carrera es dura, de fondo, en la que no te puedes despistar ni un solo instante, hay que estar ahí, rozando la línea, asegurando la pisada, con la mirada en la meta.
Estas líneas no son, ni mucho menos pesimistas, es algo presente, por lo tanto, hay que hacerse a ello, convivir y adaptarse. Ni mucho menos es un camino de arena, libre de piedras o maleza, es tortuoso y complicado.
Os recomiendo, a aquellos amantes del fútbol, el paso en general por el blog de Mario Ornat, y en particular esta entrada.
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